Martín Risso Patrón
Con gran afecto para Jorge Villazón.
Tiene ojos de inglés, y además no es canalla, porque tiene la lepra adquirida en un tablón rojo de una negrada que dice ñuls, como un galimatías de slang. Un inglés desflemado no obstante castizo que alimenta perros que tienen la cara de W. Churchill; británico algo genético del que no se sabe muy bien porqué ni cómo conquistó la Palabra. Todos lo intuyen. Habla aún con su risa de conquistador de las costas de Bengala o de Hong Kong; con sus lentes de espejuelo que detienen en algo los espolones de acero que miran desde su cara barbada, hoy en gris sin que en ello haya un homenaje a las brumas de Albión.
Williamson tiene la Palabra en su manos señaladoras, (y aquí se redunda), en su carcajada que termina aguda como las sirenas de los faros pétreos de los acantilados de Dover. Si fuera irlandés, seguro se llamaría Patrick y sería católico, lo que hoy no se duda; además de ser tremendo bebedor de cerveza, pero con un garfio de ballenero emigrado a Noruega, para azuzar a los curas y obispos, con razones, por cierto, lo que más conduce a concebirlo como escocés alegre, fiero, peleador e irreductible, sin religión conocida. Hay un margen para imaginar a G. Williamson inglés de las tierras bajas y brumosas, no ciertamente cuáquero, pero tampoco anglicano, maestro de emperadores orientales, punta aguda de la lanza británica que penetra suave en las carnes de las colonias. Pero es un margen pequeño, por su pelo oscuro y como queda dicho arriba, su no-flema. Habla de la mañana a la noche y no perdona a nadie del latiguillo de su irónica manera de decir te aprecio. Porque Williamson en el adentro de sí tiene un niño. Un niño que tiene la Palabra.
Williamson nació, según se cree, adentro de un país de agua, sábalos y trigo, de leche y canalladas, que dice ñuls, ñuls, ñuls en el rito ese del que se desconoce su origen. También se sospecha que adquirió la Palabra allí, pero los que se oponen argumentan con seguridad medieval, que la obtuvo en la aromática villa donde vive desde hace siglos alimentando perros con cara de Churchill. Lo que sí todos están seguros, es que, antes de Williamson, todo era un país de hielo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario