Martín Risso Patrón
Intentar ser feliz es como guardar el fuego. Imagino a los hombres primitivos encendiendo, por casualidad, una llama que les da calor, luz y alimentos (lo que les trae felicidad), pero no saben cómo lograrla de nuevo. Entonces guardan un poco de ese fuego, y lo conservan al final de cada día. Designan a un encargado para conservarlo en la noche. Al día siguiente lo avivan soplando suavemente, y le ordenan al encargado, alimentar la llama con desechos que encuentran. Si ese cuidador falla, lo matan. Si tiene éxito, será el brujo o sacerdote que los comunicará con el más allá.
Eso me pasa todos los días, cuando guardo una llamita de la poca o mucha felicidad que tuve en el día, para mañana, a pesar de las tempestades que pudieran haber en mi alma; entonces me convierto en mi propio brujo. Cada día que amanece, tomo despojos de esas tormentas de ayer, alimento mi llamita de felicidad, y sólo me queda soplar un poco, un poquito nomás, para continuar. Y así continúo.
Definitivamente: No puedo dejar de ser feliz...
miércoles, 18 de julio de 2007
SOY MI PROPO BRUJO
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